Si partimos del supuesto en el
que la administración sea necesaria y no se pueda llevar a cabo algo parecido a
mi artículo “países sin estado”,
¿Cómo podríamos mejorarla?
En primer lugar nos preguntaremos
cuáles son los grandes fallos de la administración, y éstos se hacen evidentes
al conocer la opinión popular que la gente tiene de los funcionarios, “personas
poco trabajadoras, poco disciplentes…etc.”.
¿Por qué existen estos
prejuicios, son ciertos?
Estos prejuicios tienen una base
de verdad, y se debe a la rigidez de la administración, me explicaré, la
administración pública al contratar a los trabajadores de forma vitalicia, no
da movilidad al mercado. Es decir, va a haber una determinada cantidad de
trabajadores desempeñando una función, pase lo que pase en el entorno
económico.
Explicaré esto con un ejemplo:
En un hospital se necesitan en el
año 1970, doscientos funcionarios para desempeñar labores administrativas,
pasan los años, y en el año 2013, con el adelanto tecnológico, estas labores las
pueden desempeñar 20 de esas 200 personas, esto hará que los funcionarios estén
tremendamente desmotivados, porque tendrán muy poco trabajo, aun por encima,
los funcionarios al tener la seguridad de no perder el trabajo, habrán estado
muy poco incentivados para mejorar su formación para realizar otras tareas. Por
lo tanto, tenemos a una generación perdida, que lo único que espera es que le
llegue la jubilación.
Esto no ocurre en todos los
puestos públicos, ya que habrá áreas en las que sea más flexible su entorno (profesores,
por ejemplo), pero en mayor o menor medida siempre sucede.
Como reflexión, ¿Qué se podría
hacer para mejorar esta situación?
Se podría crear un mercado de
rotación dentro de la administración pública, para que los trabajadores se
puedan mover, bien, dentro de sus propias competencias, o bien, haciendo otras
nuevas.
Esto crearía una facilidad tanto
para que un administrativo del hospital Gregorio Marañón, se traslade al
hospital La Paz desempeñando la misma función, cómo que un personal de
limpieza, cambie sus competencias, por realizar tareas en la secretaría de un
juzgado.
Estos cambios al ser públicos,
pueden ser o voluntarios, o necesarios. En el caso en el que sean necesarios,
volviendo al ejemplo anterior del exceso de personal administrativo, lo que
supondría el despido en un mercado privado, a los trabajadores se les podrían
ofrecer distintas opciones para que puedan cambiar de trabajo, pasando por un
periodo de aprendizaje de las nuevas funciones.
Concluyo que si se pusiese en
marcha mi propuesta, tendríamos una administración más eficiente.