domingo, 21 de julio de 2013

EQUILIBRIO ECONÓMICO

Para hablar de equilibrio económico, me referiré a una situación en la que si no hay ninguna modificación perdurará en el tiempo indefinidamente.

Para explicarlo, simplifiquemos al máximo, e imaginemos una relación entre un hombre (Antonio) y una mujer (Blanca) en una isla muy grande, pero deshabitada: Antonio desempeña las labores de caza, defensa contra los depredadores y tareas de limpieza, mientras que Blanca realiza la preparación de la comida, construcción de las herramientas, y pesca. Pues bien, aunque en esta relación no intervenga el dinero, es una relación económica, y se expresa en razones de utilidad, la utilidad que representa el hombre para la mujer tiene que ser la misma que le representa la mujer para el hombre.

¿Esto siempre tiene qué ser así?, es decir ¿Las utilidades siempre van a estar equilibradas?
Pensando un poco, veremos que las utilidades muchas veces no están igualadas. Para ver esto sigamos con nuestro ejemplo:

En un día normal de caza, nuestro hombre es arroyado por un jabalí, con la triste consecuencia de hacerle perder la movilidad de las piernas.
Esto hace que no pueda realizar apenas tareas. Sin embargo (aun cuando no haya sentimientos de por medio) la relación continúa, Blanca sigue contando con él, aunque ella le represente a él una utilidad mucho más grande (prácticamente la supervivencia), mientras que él le representa a ella una utilidad más reducida. Por tanto se ha roto el equilibrio anterior, llegando a un equilibrio nuevo, aunque menos igualitario.

Como conclusión vemos que las utilidades muchas veces no son igualitarias, pero, ¿Qué ocurre cuando estamos ante un equilibrio poco igualitario?

Simplemente que tiene más posibilidades de romperse que otros, como apuntaba en mi anterior artículo “Redistribución del dinero”, haciendo alusión a las revoluciones que se habían dado a lo largo de la historia como consecuencia de un abuso de poder  (equilibrio no igualitario).

Para explicar por qué tiene más posibilidades de romperse seguiré con mi ejemplo, imaginemos que llega a la isla un día otro hombre; Eduardo, de otra isla cercana, y pasados unos días Eduardo quiere volver a su isla y la dice que se vaya con él. Si  no hubiese relación sentimental de por medio, Blanca tendría que elegir la elección más satisfactoria (cosa que no sucedería si Antonio estuviese en perfectas condiciones), ya que Blanca tendría más utilidad con Antonio que con Eduardo (Lo bueno conocido).
Aunque este ejemplo es un poco chocante, ya que nuestra parte sentimental repudiaría que Blanca dejase abandonado, prácticamente sentenciando de muerte a Antonio, es un ejemplo sencillo para explicar cómo existen más posibilidades de romperse el equilibrio poco igualitario, sobre todo en relaciones comerciales, donde los sentimientos brillan por su ausencia.